sábado, diciembre 02, 2006

SEMANA DEL 20 AL 24 DE NOVIEMBRE



La obra de esta semana es un fresco. La técnica del fresco consiste en pintar sobre la pared recién enlucida con una mezcla de arena y cal mientras aún está húmeda. Los pigmentos están diluidos en cal también, de forma que calan profundamente en el muro ganando en resistencia. El inconveniente de esta técnica es que los colores se expanden de un modo que es difícil de controlar, con lo que no se puede precisar demasiado en los detalles.

El dibujo está lleno de fuerza y sencillez. Una gruesa línea negra delimita las esquemáticas formas y la simplicidad de los volúmenes transmite una energía pura, casi infantil, cargada de cándida espiritualidad.

Los colores son planos y fundamentales. Se usan azules intensos en contraste con rojos y amarillos puros y el autor no muestra en ningún momento intención de degradar las luces para intentar, mediante moduladas sobras, recrear la sensación de volumen.

La luz resultante es difusa, omnipresente, que invade cada espacio y anula toda posibilidad de sombra.

Tanto por los motivos señalados, como por la ausencia de puntos de referencia y por la misma configuración del grupo de personajes resultante, la obra carece de perspectiva y de profundidad. Las figuras fuertemente iluminadas y la ausencia de líneas o elementos paisajísticos que sugieran un fondo nos sumergen en un mundo en dos dimensiones que no se avergüenza de su condición bidimensional. Por otra parte, la utilización de un ábside y de la semicúpula que lo corona como base para la elaboración de este trabajo y la hábil resolución de los problemas ópticos que suponen las formas del soporte suponen una destreza insospechada en el artista.

La composición, de cierto influjo bizantino, es tan sencilla como cabe esperar en una obra de esta época y estilo. Los personajes, la virgen con el niño y los tres reyes magos, se yuxtaponen en el muro en un mismo plano. La diferencia de tamaño entre María y los magos no obedece a criterio de perspectiva alguno, sino a la intención de resaltar a la madre de Jesús sin consideración al naturalismo que rechazaría tal desproporción.

La obra que nos ocupa es, pues, por las características señaladas, un fresco románico del siglo XI o principios del XII. En concreto, podemos afirmar que se trata del ábside de Santa María de Tahull, en Cataluña.

CONTEXTO HISTÓRICO.

El miedo al milenio y al fin del mundo que éste traería, ha forjado en las mentes de los cristianos de todo occidente una retorcida visión de la existencia y de la divinidad. En agradecimiento a Dios por su misericordioso perdón de última hora que nos salva in extremis del fin del mundo, los cristianos se embarcan en una precipitada carrera de piedad y de muestra de sumisión a la voluntad divina. Esta devoción se pone de manifiesto en la fiebre edilicia que los lleva a invertir todos sus esfuerzos contractivos en la elevación de templos sombríos, achaparrados y sólidos, verdaderos Castillo de Dios. El arte plenamente medieval de los siglos XI y XII alcanza su máximo esplendor en el Románico. La figura filosófica de San Agustín proyecta su alargada sombra sobre el arte de principios del segundo milenio. Su exaltación del alma y el desprecio por lo material ha calado profundamente en la sociedad y lleva a los artista de ese tiempo a rechazar el naturalismo y abrazar un estilo figurativo expresionista y proclive a la abstracción que raya en lo pueril por su ingenuidad.